Flaviadas
“Las Flaviadas” fueron concebidas por el joven Flavio Machicado Viscarra en el verano de 1916, mientras escuchaba música en su departamento en la ciudad de Boston. A su retorno a Bolivia, el año de 1922, se encontró con un país donde la demanda de vida cultural era mucho mayor que su oferta.
Inspirado en su experiencia en el extranjero y debido a su increíble sensibilidad por la música decidió abrir las puertas de su casa, todos los sábados, para que aquellos interesados en compartir con él el placer de la música pudieran hacerlo. Este simple gesto permitió a tres generaciones de bolivianos a acceder a las bondades de la cultura universal.
Las Flaviadas se convirtieron en una institución cultural que permitieron a cuatro generaciones de bolivianos de disfrutar de las bondades de la cultura universal. Entre aquellos que visitaron la casa se encuentran artistas como Humberto Viscarra Monje, Jaime Laredo o Ana María Vera. Otro grupo de Flavianos ilustres se dedico a las artes y la literatura, como es el caso de Jaime Saenz o Marina Nuñez del Prado.
En 1954 el famoso chelista español Pablo (Pau) Casals se entero de estas sesiones y mantuvo correspondencia con Flavio desde el Festival de Prades y hasta el mismo Leonard Bernstein, director de la Orquesta Filarmónica de Nueva York, visitó y compartió una Flaviada.
Después de la muerte de Flavio Machicado Viscarra en 1986, su hijo, Eduardo, continuó con las celebres Flaviadas en Sopocachi, continuando una de las tradiciones culturales más antiguas de nuestra ciudad.
Hoy, las Flaviadas continúan alimentando el amor por la música de muchos bolivianos, en su sala, construida específicamente para escuchar música y mantenida sin cambios desde los años 30 y con un equipo Fisher de alta fidelidad, un reproductor de CD Phillips y una tornamesa Stanton Direct Drive, que permite la reproducción de la extensa colección de música clásica en disco de 78 RPM y 33 RPM.
Las Flaviadas se encuentran protegidas bajo la tuición de la FFMV, sin embargo muchos peligros asechan a esta TRADICION PACEÑA; la destrucción del barrio de Sopocachi por la especulación del uso del suelo y la indiscriminada construcción de nuevos edificios, el excesivo valor tributario aplicado a quienes tratan de preservar espacios urbanos habitables y en especial la indiferencia de las autoridades municipales para apoyar proyectos educativos y culturales.
Es necesario que la ciudadanía participe en la preservación de nuestra historia y nuestro patrimonio. Contamos contigo defendamos la ciudad de La Paz y su cultura.
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